LA CASITA DE PALITOS

La Casita de Palitos

Por Matías H. Paea

08.10.2025

 Llueve con viento, la plaza queda cubierta por hojas y la tierra está humeda.

 El cielo aún permanece gris e invita a la mayoría al refugio en la calidez del hogar con aroma a café.

 Sin embargo, lo más bello está afuera, pues esta es la receta perfecta para un juego que trasciende el tiempo, que hacía de niño y hoy puedo compartir junto a mi hija: "La casita de palitos".

 Se comienza buscando palitos con horquetas, para apoyar sobre ellos las traviesas que sostendrán los largueros del techo. Arriba un poco de "barba de viejo" suele colocarse. Se trazan caminos, se hacen corrales. Las piedras se convierten en animales: las blancas son ovejas, las marrones son cerdos, las más grandes son vacas tal vez. En cada corral una aguada para que los animales se refresquen. Un montoncito de pasto los alimenta. Una tranquera improvisada los saca por un camino que conduce a otro corral. En algún lugar está la huerta. Las semillas son sandías, melones, lechugas y repollos. 

 Los niños se acercan y se integran. Todos tienen un espacio para contribuir al desarrollo del establecimiento, se traza una línea que marca los límites y se plantan palitos como alambrados. Las hojas de los árboles se convierten en ramas, la corteza en un puente. 

 Horas de juego creando un mundo en el que más de uno, y me incluyo, desearía tomar esas pastillas de “chiquitolina” que tenía el Chapulín Colorado para poder recorrer este espacio a la escala que fue creado.

 Bendigo estas largas horas de juegos, bendigo la creatividad, la inocencia del niño y el construir persiguiendo un bien común. 

05.10.2025















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