LA HORMIGA CHISPITA

LA HORMIGA CHISPITA

Cuento para Luisita Paea. Con amor, Papá Mati.

Villa Elisa, Entre Ríos, Argentina

28 de mayo de 2022

  

               “En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos están velados. Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los Rayos nunca puedan olvidarse completamente. Sólo con que veas la pequeña chispa podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. Al percibir la chispa sanas, más al conocer la luz creas. En el proceso de retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse primero, pues la separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. La chispa, no obstante, sigue siendo tan pura como la luz mayor porque es lo que queda de la llamada de la creación. Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará”.

                “Por razón del amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvidarte de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. Puedes negarlo, pero no puedes perderlo. Una Voz responderá a cada pregunta que hagas, y una visión corregirá la percepción de todo lo que veas. Pues lo que hiciste invisible es lo único que es verdad, y lo que no has oído, la única respuesta. Dios quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación. Estás esperando sólo por Él, mas no lo sabes. Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y no puede ser borrado. No es ni del pasado ni del futuro, al ser un eterno siempre”.

 

Un Curso de Milagros

 

 

               El siguiente cuento se lo conté a mi hija Luisa Delfina Paea, amante de las historias y las fábulas, mientras estábamos sentados en el auto, frente la Plaza San Martín de Gualeguaychú, el 28 de marzo de 2022. Chispita era el apodo con el que me llamaba mi abuelo Celso cuando era niño.

 

 

               En el medio de la oscuridad y el vacío, había un Sol que brillaba, y de la luz que emanaba se desprendió una chispa y está chispa, mientras flotaba en el vacío, tuvo conciencia de sí misma y se preguntó – “¿Qué hago aquí?”

 

Ilustración 1: Al principio existía la Palabra

                Ante esta pregunta una Voz le dijo – “Escucha mis palabras Chispita, te elegí especialmente porque tengo una misión para ti. Debes colaborar con tus hermanas en el aprovisionamiento de alimentos para el hormiguero que han construido. Tú serás Chispita una pequeña hormiguita ¡Escucha con atención! cuando seas una hormiguita ya no podrás oírme como ahora, puesto que tú lenguaje será distinto, pero con él podrás comunicarte con tus hermanas. No temas, yo te entenderé cuando me hables, puesto que entiendo todas las lenguas. Pero tú no entenderás el mío directamente. Para comunicarme he puesto un servidor a tu disposición que te hará de guía y traductor, y te explicará el mensaje que quiero que recibas. Él te protegerá todo el tiempo. El encontrará la manera de hablar por mí contigo, en un lenguaje que comprendas tú y cualquier otra hormiga, ayer, hoy y siempre, aquí o del otro lado del mundo. Siempre que preguntes yo te escucharé, y será Él quien te dará mi respuesta. Ahora cierra los ojos y duerme, más cuando despiertes te sentirás extraña”.

               Así fue como la hormiga Chispita durmió y al despertar habitaba un pequeño huevito de hormiga. Se sentía muy extraña y encerrada. Tuvo miedo, pero recordó lo que le dijo La Voz. Siempre estaría protegida.

 

Ilustración 2: Chispita dentro del huevito

 

               Chispita comenzó a hacer fuerza, y de repente vio la luz. Continuó haciendo fuerza y el huevo se rompió en dos mitades y así salió del huevo que la contenía.

               Era una pequeña larva y se arrastró hasta el alimento qué se encontraba a su lado.

Comenzó a alimentarse y crecer, día a día hasta que un día, su piel tan suave comenzó a endurecer. No entendía que le estaba pasando, cada vez le costaba más arrastrarse hasta que llegó un momento en el que ya no pudo moverse y se quedó allí estancada entre el huevito y el alimento. Su piel se endureció tanto que ella creyó haberse transformado en una estatua de piedra. Escuchó que una de sus hermanas hormigas pasó a su lado y comentó – “Chispita ya se hizo pupa”. Aunque no comprendió esto, la calma con que hablaban sus hermanas le transmitió tranquilidad.

 

Ilustración 3: Chispita convertida en pupa junto con sus hermanas

 

               Chispita sentía como su piel, que se había convertido en una coraza se achicaba, se sentía cada vez más oprimida allí dentro. Recordaba cómo era moverse libremente y se puso triste. En realidad, era ella quien crecía dentro de una piel que ya no era suya, esa piel ya no le correspondía porque no crecía con ella, la estaba limitando, bloqueando. Era muy pequeña para ella… debía evolucionar, quería volver a ver la luz.

               Un día resistió más. Había crecido lo suficiente. Se sentía muy presionada, pero a la vez con fuerzas renovadas. Así como lo hizo una vez al salir del huevo, nuevamente junto fuerza y presionó hasta que escuchó como la piel dura se desgarraba y le permitía ver la luz nuevamente.  Caminó hasta un pequeño charquito de agua, tenía mucha sed, y al agacharse para beber, vio su reflejo y no lo podía entender, había crecido, había evolucionado y ahora era libre nuevamente para moverse. El proceso fue duro, pero dio buenos frutos.

               Le habían crecido patitas, manito y antenas. Ya no era blanca, ahora era una verdadera hormiga colorada. Comenzó entonces a caminar y a jugar por todo el hormiguero viendo como cada una de sus hermanas mayores hacía su trabajo. Unas limpiaban, otras traían comida, otras custodiaban la entrada y mantenían el orden y la seguridad dentro del hormiguero, y por supuesto, en el centro estaba la reina de las hormigas atendida por sus súbditos.

               En sus primeros días recibió clases de sus hermanas mayores donde le explicaron el Código de Convivencia. Y cuándo terminó de estudiarlo y entenderlo y estaba lista para unirse a sus hermanas en el sostenimiento del hormiguero. La primera tarea que se le asignó fue la de limpiar la basura que arrastraban las hormigas que traían el alimento desde afuera. Al poco tiempo comenzó a sentirse triste sentía que ella estaba para mucho más que para eso. No recordaba la misión que La Voz le había encomendado, y tampoco su cuerpo se había desarrollado lo suficiente.

               Chispitas siguió creciendo hasta que se convirtió en una hormiga fuerte y dentro de ella comenzó a quemar La Chispita de la Misión.  

               No tardó en recordar entonces cuál era su misión porque todo su cuerpo estaba diseñado para ello. No era una termita con alas para volar, tampoco era reina, en cambio tenía una fuerte mandíbula para cortar hojitas, la más potente de todo el hormiguero y patas aún más fuertes para transportarla, sin duda su misión era llevar alimento al hormiguero… Lamentablemente, le quedaba mucho camino por delante hasta comprender el verdadero sentido de su misión: aprender a trabajar en equipo para mantener vivo el hormiguero.

 

 

Ilustración 4: Chispita buscando buen alimento

 

               Se olvidó que, así como cuando ella era una larva indefensa contó con alimento y protección, ahora era su turno de proveer de alimento y protección a las demás larvas para que puedan convertirse en hormigas fuertes que colaboren con las distintas tareas del hormiguero. No comprendía que su aporte, de una hojita a la vez, era en sí mismo insignificante, pero que el aporte de todas las hormigas, cada una con su hojita, mantenía vivo el hormiguero.

               Estaba tan concentrada en sus largas y bellas antenas que, si bien sabía lo que debía hacer, no recordaba para qué debía hacerlo, y al olvidarse del sentido primordial, todo comenzó a perder sentido en su vida. Así fue que se olvidó de las palabras que le dijo aquella voz e intentó encontrarle un sentido por cuenta propia, mediante la competencia y la burla, y eso le valió que las demás hormigas se alejaran de ella, por lo que Chispita solía andar sola por los senderos. A menudo presumía ante sus hermanas sobre su fuerza y lo bello de sus antenas y se burlaba de las menos agraciadas y débiles. Por momento las molestaba y competía con ellas por quién era la primera en llegar al hormiguero, sabiendo que ganaría, y haciendo que las demás se sintieran tristes y desvalorizadas. Esto llevó a que llegara menor cantidad de alimento al hormiguero. Así fue como el hormiguero lentamente se debilitó y Chispita también, comenzando a sufrir de mucha tos y problemas para respirar mientras todas sus hermanas se alejaban de ella.

               Un día común y corriente la hormiga Chispita tosía mientras cargaba con dificultad una hojita hacia el hormiguero, sola como de costumbre, pero este día fue diferente. Alguien estaba tramando algo raro y Chispita no lo sabía.

 

Ilustración 5: Chispita llevando su hojita

 

               Pero, aunque no lo recordara, La Voz le prometió protegerla y ya había puesto para ello a un servidor, tal como había prometido. Este servidor era un buen hombre llamado Santos, que todos los días se acercaba al camino de las hormigas para ver que todo estuviera bien. Santos era tremendamente grande con respecto a las hormigas y así como Chispita tenía una misión Santos tenía la suya: asegurarse de que Chispita y sus hermanas estuvieran bien para cumplir su misión. Su tamaño hacía imposible poder intervenir directamente dentro del hormiguero, pero siempre se las ingeniaba para comunicarse y que las hormigas comprendieran.

 

 

Ilustración 6: Santos observando una actitud sospechosa

 

               Aquel día Santos vio que alguien estaba poniendo un cebo con veneno en el camino e increpo a esa persona para que se fuera, pero ya era tarde, el cebo con veneno estaba desparramado por todos lados. Por más que limpiara, siempre quedaría algo de cebo y debía advertir a Chispita. Él con su visión desde arriba veía mucho más de lo que Chispita podría ver y comprender.

               Santos intentó hablarle a Chispita y decirle – “Chispita ten cuidado hay veneno más adelante”. Pero Chispita no entendió el mensaje porque no habla el idioma de los hombres y continuó avanzando con su hojita acuestas. Santos podría haber agarrado a Chispita con sus dedos y sacarla del camino, pero al ser tan grande con respecto a ella, el solo contacto podría haberle causado un grave daño, inclusive podría haberla apretado demasiado hasta matarla.

 

Ilustración 7: El dedo de Santo al intentar agarrar a Chispita

 

               Pensó también en tomar una hoja de roble y hacer que Chispita subiera encima y sacarla del camino, pero comprendió también que si Chispita no entendía el mensaje volvería al camino tarde o temprano. Sacarla por la fuerza no era una buena opción, debía nacer de su voluntad. La única solución es que Chispita entendiera el mensaje y tomara la decisión de apartarse de ese camino por cuenta propia, con libre albedrío, con convicción, para su bienestar y el de sus hermanas, a quienes debería advertir al respecto.

               Luego de tanto tiempo trabajando y llevando hojitas al hormiguero sin inconvenientes Chispita había olvidado lo que le dijo la Voz aquel día – “Pondré un sirviente para que te cuide quién te hablara en un lenguaje que tú debes comprender”. Fue así como Santos colocó un enorme palo atravesado en el camino. Chispita continuó caminando y se encontró con este tremendo obstáculo.

 

Ilustración 8: Primero obstáculo, un gran palo en el camino

 

               Cómo Chispita estaba tan concentrada en su trabajo, no recordaba las palabras de La Voz y lo primero que hizo al ver el obstáculo fue quejarse – “Encima de que debo trabajar y cargar esta hojita para el hormiguero, ahora me vengo encontrar con este tremendo obstáculo. Voy a retrasarme mucho y me van a ganar. Si intento rodearlo perderé mucho tiempo y más aún si intento escalarlo”. Chispita rodeo el obstáculo y le llevó bastante tiempo, pero continuó por el mismo camino.

               Santos vio que Chispita continuaba por el camino del cebo envenenado, se desesperó e intentó gritarle nuevamente – “¡Chispita toma el otro camino!” pero Chispita continuaba por el mismo sendero. Santos pensó otra forma de advertir a Chispita y evitar que llegara al veneno. Así fue como utilizando sus herramientas cavó un pozo en el camino.

 

Ilustración 9: Segundo obstáculo, un gran pozo en el camino

 

               Al llegar al pozo Chispita comenzó a renegar nuevamente – “¡Otro obstáculo más en el camino! ¿Qué está pasando hoy? Encima de que vengo retrasada, de que debo trabajar y cumplir con llevar esta hojita para el hormiguero, ahora además de un palo encuentro un tremendo pozo que me va a retrasar aún más”.

               Con cuidado intentó descender por las paredes del pozo, pero el palo se le cayó, luego la pared del pozo se desboronó y cayó hasta el fondo. Al llegar al fondo se limpió la tierra de sus antenitas y su panza. Renegó nuevamente, pero arrastró el palo cuesta arriba hasta que pudo salir del otro lado del pozo. Pero esto le llevo mucho tiempo y energía. Estaba muy cansada y molesta con la situación y se preguntaba – “¿Qué hice yo para merecer esto?

               Santos veía con mucha pena como Chispita sorteaba el obstáculo con mucho sacrificio y sin desviarse, sin entender El Mensaje. A la vez se desesperaba y decía – “¡Ay Chispita, Chispita! ¿Qué voy a hacer contigo? Ya no sé cómo decirte que no sigas por este camino. Si fueses menos cabeza dura. Intenté hablarte y no entiendes, colocarte un palo para que no siguiera y lo rodeaste, hice un pozo para atemorizarte, pero lo superaste. Todo por demostrar a tus hermanas que tú puedes llegar primero. Sinceramente no me dejas más opción que sacarte a la fuerza del camino. Sé que esto puede lastimarte y me apena mucho, pero el daño será más grande si continuas por este camino. Al ver el cebo con veneno lo confundirás con alimento y no sólo lo comerás tú, sino que lo llevarás al hormiguero y comerán de él todas tus hermanas y el hormiguero entero correrá peligro de extinguirse”.

               Así fue que Santos se acercó al camino y sopló con fuerza sobre Chispita, quien voló por los aires con su hojita. Voló Chispita, su hojita, las plantas y mucha tierra.

 

Ilustración 10: Cuarto obstáculo, un fuerte viento

 

               Chispita golpeó el suelo con su cabeza y quedó inconsciente unos segundos. Santos tomó una hoja de roble y sobre ella hizo subir a otra hormiguita, llamada Juana, a quien Santo ya conocía desde antes y entendía sus mensajes, y la trasladó junto a Chispita para que le ayudara a recuperarse y a entender el mensaje, sin embargo, Juana no era consciente de lo que estaba pasando, ella solo percibió que, al subirse a la hoja, esta comenzó a volar hacia algún. Pero como ella entendía como le hablaba Santos, supuso que se trataba de alguna de las tantas misiones.

 

Ilustración 11: Juana, amiga de Chispita viajando sobre una hoja de roble

 

               Cuando Chispita volvió en sí, escuchaba la voz de su amiga Juana que intentaba reanimarla y le preguntaba qué había sucedido. Chispita intentaba centrar la vista, pero sus ojos seguían desorbitados. Luego se dio cuenta de que no tenía su hojita, de que una de las antenas se le había quebrado y que una pata le había quedado torcida. Chispita lloraba y se quejaba mientras se incorporaba a duras penas. Estaba tan enojada que no quería la ayuda de Juana y le pidió que se marchara de mal modo.

               Antes de irse, Juana le dijo: “¿Acaso no recuerdas? ¿No recuerdas el Principio? ¿No recuerdas las Palabras de La Voz? ¿A caso no recuerdas que prometió que nos cuidaría y que pondría a un servidor para ello, para cuidarnos y comunicarse con nosotras? Aunque no lo podemos ver claramente y no sabemos con certeza su nombre, tarde o temprano todas lo percibimos y le damos el nombre que nos parece más correcto. Algunas creen que es el alma de algún antepasado, como María que dice que se trata de su abuela, otras dicen que es su ángel de la guarda, otras les llaman El Campo y otra simplemente Universo. Las más cristianas consideran que es Jesús y otras que es el Espíritu Santo”.

 

Ilustración 12: Juana explicándole a Chispita lo que estaba sucediendo

 

               Juana se marchó y Chispita quedó sufriendo pensando – “¿Qué está pasando hoy? ¿Por qué hoy es distinto de los demás días? Conozco mi trabajo y esto no pasa normalmente. Primero un gran palo en el camino qué me obligó a desviar, luego un enorme pozo que debí atravesar y ahora, este tremendo viento qué me azota, me hace perder la hojita que transportaba, me quiebra una antena y me dobla una patita ¿Qué está pasando?”.

 

Ilustración 13: Chispita intentado colocarse su antenita quebrada

 

               En ese momento recordó las palabras de Juana e inmediatamente resonó en su mente La Voz que le dijo que se comunicaría con ella a través de su servidor en un lenguaje que ella debería entender. Luego pensó que quizás el mensaje era bastante claro, no debía continuar por ese camino. Sospechó entonces que, efectivamente alguien seguía sus pasos de cerca, y que los obstáculos, quizás eran mensajes en ese idioma que ella debía comprender.

               Con dificultad y con cautela, sospechando que había algo peligroso más adelante, se dispuso a investigar. A unos pocos pasos encontró abundante comida con un olor fuerte, muy tentador y se dio cuenta de que no se trataba de comida sino de cebo con veneno.

 

Ilustración 14: Chispita cuando encontró el cebo con veneno

 

               Sus ojos se agrandaron al darse cuenta que efectivamente alguien la había estado observando todos sus pasos y cuidando de ella todo este tiempo. Pudo entenderlo claramente al recordar su vida desde que era una larva. Así fue como Chispita recordó la Verdad, y comprendió El Mensaje.

               En este momento Chispita se dio cuenta de todo. Aunque los obstáculos se presentarán como una molestia en su vida, alguien los había puesto allí para protegerla. Alguien que no conocía, alguien tan grande que sus diminutos ojos no eran suficiente para verlo. No eran obstáculos sino advertencias. Los malos ratos y los golpes eran en realidad enseñanzas. Ese era el lenguaje universal concluyó Chispita. Así dio las gracias a aquel que los había puesto, aunque no sabía su nombre.

               Miro hacia arriba y vio la imagen borrosa y enorme de Santos, quien estaba feliz de que Chispita había comprendido El Mensaje.

Ella juntó sus patitas delanteras en señal de gratitud a Santos y las elevó hacia arriba.

               Luego volvió hacia atrás por el mismo camino y en una bifurcación tomó uno alternativo y se dirigió rápidamente al hormiguero para advertir a sus hermanas de que alguien había colocado cebo con veneno en ese lugar.

               En el camino iba meditando sobre lo equivocada que estuvo toda su vida, al competir y burlarse de sus hermanas. Había entendido el sentido de su misión. Comprendió que no podía reparar el daño que había causado, pero estaba dispuesta a cambiar de ahora en más. Al llegar al hormiguero se dirigió a la parte más alta y desde allí les advirtió a todas sus hermanas sobre el cebo envenenando.

 

Ilustración 15: Chispita le avisa a sus hermanas sobre el cebo con veneno

  

               Así fue como Chispita comprendió el mensaje de Santos y la ayuda de Juana, salvando así su propia vida y la integridad del hormiguero.

               Desde entonces, todos los días Chispita sale a cumplir su misión atenta a los mensajes que le envía Santos. Cuando encuentra más de un obstáculo ya no reniega, sino que se detiene a pensar si efectivamente son obstáculos, o si es Santos que la está protegiendo. Ya no compite con sus hermanas, se ocupa de que estén bien y que puedan cumplir su misión. Dejó de creerse tan importante al notar que su contribución individual al hormiguero es insignificante, pero que en la unión con todas sus hermanas estaba el verdadero Poder. El trabajo conjunto había creado el hormiguero más grande y alto de toda la zona.

               Muchas de ellas no saben que Santos las protege, les cuesta creer que pueda existir alguien tan grande que sus diminutos ojos no puedan percibir. Chispita les explica que Santos existe y que se está comunicando todo el tiempo, con ella y con todas.

               Chispita recordó su Misión y el sentido de la misma y se convirtió en una guía para todas sus hermanas en el hormiguero. Aunque Chispita no pueda verlo, Santos sí la ve. Desde aquel día fue fácil para Santos reconocer a Chispita porque en la fila de hormigas iba siempre delante de la fila, guiando y cuidando a las demás hormigas. Resultaba inconfundible su antena quebrada y la renguera de su pata torcida, que quedarían como recuerdo de aquel día en que Chispita conoció a Santos y se comunicaron por primera vez.

 

Ilustración 16: Chispita, con su antena quebrada, saluda a Santos mientras ayuda a sus hermanas a superar un obstáculo

 

 

Para Luisita, con amor. Papá Mati.

 

 

 

 

 

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