EL FILÓSOFO MAS IMPORTANTE DE ENTRE RIOS
EL FILÓSOFO MAS IMPORTANTE DE ENTRE RIOS
Colonia El Carmen
Entre Ríos, Argentina
Colonia El Carmen
Entre Ríos, Argentina
Noviembre 19, 2023
Por Matías H. Paea
Junto al Dr. Carlos Rodriguez, médico y filósofo, que forjara en mis primeros años una visión crítica de la vida. En colonia El Carmen, el día de las elecciones presidenciales, lo encuentro como fiscal de mesa en la escuela N°18 Artigas.
Cuando era niño, sobre todo en tiempo de vacaciones, solía ir al campo con mi abuelo José acompañado de mis primos Edgardo, Marcos y Hernán. En esas incursiones por Colonia El Carmen, mi abuelo visitaba a un amigo suyo, un personaje de lo más singular, y nosotros lo acompañábamos.
Este hombre era médico, pero había abandonado la medicina para vivir de acuerdo a sus creencias. Su nombre es Carlos Rodríguez.
En esas visitas, en el paraiso verde que había construido, de casa de madera con techo de zinc a dos aguas, piano, libros, árboles y plantas, recuerdo esas largas charlas cuando tenía unos 10 años, sobre la vida, sobre Dios, sobre la naturaleza, la historia, etc. Sus palabras calaron hondo y sin duda, contribuyeron a forjar en mí, una visión crítica de la vida, cuestionando lo establecido, buscando la verdad.
Recuerdo puntualmente anécdotas como aquel día que lo conocí. Estabamos de carneada y en un desliz de cuchillo me hice una herida profunda en mi dedo índice de la mano izquierda. La hemorragia era grande y el abuelo José me llevó en la camioneta hasta la casa de Carlos. Por entonces vivía con su compañera Cristina.
Carlos supo hacer su magia con hierbas y barro. Me dijo que mantuviera el dedo alto, por encima de mi cabeza durante varios minutos y de aquella herida sólo quedó una cicatriz en mi dedo que perdura hasta hoy casi 30 años después.
Las recuerrentes visitas hicieron el resto. Las charlas se fueron sucediendo. Él siempre alternando oraciones entre mates y cigarrillos armados, sentados a la sombra de los paraisos, descalzo con los pies sobre el césped.
Un día nos invitó a acampar a mi primo Edgardo y a mí. El campamento se hizo efectivo un enero, dos noches, tres días. Armamos la carpa junto a su casa. No sé exactamente qué edad tendríamos, pero entre 10 y 12 años. Aquella primera noche vino de visita Palmira Perroud, y luego de cenar comenzó la música. Palmira tocaba la guitarra, mientras Carlos hizo lo propio con su piano. Luego vinieron las historias. Nos preguntó si nos gustaban las historias de suspenso y la respuesta fue afirmativa. Iliminados por la tenue luz de un mechero (no tenía energía eléctrica), nos contó una historia de ficción que improvisó en el momento con su voz pausada y grave de fumador, que alcanzó para estremernos hasta los huesos, y luego de la cual a duras penas pudimos dormir. Nos dijo que su casa fue construida sobre un antiguo cementerio, el primero que hubo en la zona y que de canto, apoyadas sobre los eucaliptus del fondo, reponsaban algunas de las lápidas que tuvieron que remover para llevar a cabo la obra. Como esto no fue de agrado para las ánimas que moraban el cementerio, solían aparecerse durante la noche para reclamara el lugar que les fue ocupado.
En la tardecita del segundo día subimos todos a un Ford Falcon rojo que tenía, y fuimos al Almacen Francou, abierto de manera ininterrumpida desde 1907. Al retorno ya era de noche y mitad camino el auto se descompuso. Caminamos entonces hasta la casa, poco menos de un kilómetros, para ver el cielo repleto de estrellas, como nunca lo había visto. Era la Vía Láctea en todo su esplendor.
Como cualquier persona, su vida es un reflejo de las aciertos y errores. Uno puede o no estar de acuerdo con su visión. Lo que no puede discutirse de él, es la coherencia entre su pensamiento, su palabra y su obra. Carlos es ejemplo de lo que predica, y esta es una virtud que pocas personas poseen. Su visión austera de la vida, solo contrasta con la riqueza de su lenguaje, y su obra es reflejo de estas dos.
Sus palabras me recuerdan las de Diógenes de Sinope, que ausente de toda posesión supo doblegar, en el campo de la retórica, a grandes líderes militares como Alejandro Magno
Como dijo Carlos, - "Donde vaya caminando, si me canso, me siento a descansar arriba del mundo".
Inmortalizado gracias al youtuber Mauro Besson, quien en dos videos documentó su historia de manera magistral, superando en el primer mes de publicación el millón de visitas. Actualmente, a 6 meses de haber sido publicado, el video cuenta con 1.300.000 visitas.
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